2023

Nos decimos que 2023 es solo un número, como ya lo fue 2022, 2021 o cualquiera de sus predecesores, y es cierto, pero eso da igual. Porque no importa lo que nos decimos, sino lo que creemos. Y no deberíamos, pero elegimos creer, porque cualquier otra cosa no tiene sentido. 

Estamos aquí, otro año más, con la excusa de un número, pero qué más da. Lo importante es que estamos y que podemos intentar aprovecharlo, por nosotros y por los que ya no están, esos a los que echamos de menos cada día. Y aunque quizás 2023 no sea más que una excusa, puede ser la excusa perfecta para darnos una nueva oportunidad. Porque no escribo para los que ya la tienen, escribo para aquellos que no son capaces de encontrarla. Esos que siguen luchando cada día por salir adelante y que, en estas fechas, aunque quizás sientan que no hay que celebrar, o no tengan con quién hacerlo, pueden encontrar un pequeño respiro entre tanto caos gracias a un simple número.

Y no se trata de que en 2023 se vayan a arreglar las cosas, porque puede que no sea así, pero en el fondo, ese en el que nos refugiamos cuando no somos capaces de seguir el ritmo del mundo que nos rodea, creer que ese número no es solo un número, como queremos creer en tantas cosas que no necesitan ser ciertas ni nada más que lo que son para hacernos tener una pizca de fe, diría que parece la mejor opción para que este no sea un día más, ni un día menos, sino la excusa perfecta para tener un poco de esperanza, que ya es más de lo que muchas veces la vida te concede.

¿Qué pasará cuando el coronavirus alcance los campos de refugiados?

No estamos hablando lo suficiente de los campos de refugiados estos días. Si el coronavirus ha sido capaz de poner en jaque a países como China, Corea del Sur, Italia o España, y poco a poco alterar todo el panorama mundial, por mucho que algunos todavía se nieguen a reconocer el problema o sigan haciendo caso omiso a los consejos de expertos como el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, ¿qué pasará cuando el coronavirus alcance los campos de refugiados? ¿Hay algún tipo de plan o respuesta para el momento en el que el COVID-19 llegue a estos campos de refugiados?

PODCAST – UNOS MINUTOS CON PEDRO (01)

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Hermanos de sangre

Javier Ortega Smith expuso en su cuenta personal de Twitter un texto en el que dejaba claro su ‘patriotismo’ y también su racismo. Todo acompañado de un montaje, bastante cutre, en el que podíamos ver al diputado de VOX en varias labores de su vida cotidiana. Hasta ahí, sin problemas. Nada que nos sorprendiese a la mayoría de los españoles. Algún despistado quizás, pero poca cosa.

Pero Javier fue más allá y utilizó la famosa canción de Loquillo, ‘Hermanos de Sangre’, para amenizar la película que se había montado.

Cuando vi el vídeo no me lo podía creer. Estaba enfadado. Quería ir y decirle cuatro cosas bien dichas al señor Ortega, pero vaya, el coronavirus no me dejó. Frustrado cerré la puerta de mi cuarto. No podía parar de pensar en Loquillo diciendo: ‘Pero Javier, ¿por qué me haces esto Javier? Ya verás el berenjenal…’ Todo esto con su voz ronca y fuerte.

Y el culebrón siguió. Al día siguiente de la publicación del vídeo, Loquillo sacó un comunicado en su cuenta de Twitter para dejar claro que no había autorizado a nadie la utilización de su repertorio musical para usos partidistas. ¡Hasta ese punto habíamos llegado!

Pero no te preocupes Loquillo. Yo me acordaré de ti al escucharla. Puede que alguna vez me vuelva el recuerdo del señor Ortega Smith entrenando sus abdominales, pero prometo que la mayor parte del tiempo intentaré tararear ‘yo seré tu hermano de sangre y tu refugio en el infierno’ sin remordimiento.

Nuestro himno es este aplauso

22:00 h. del 14 de marzo de 2020. España se une para salir a los balcones y aplaudir a los sanitarios y sanitarias (e incluiría a todos los trabajadores de hospitales, farmacias y supermercados) que trabajan estos días para frenar el avance del coronavirus. 

Ellos y ellas son nuestro orgullo. Nuestro himno es este aplauso sin banderas ni más símbolos que el de un pueblo que sabe lo que importa y deberá acordarse de ello cuando todo pase.

No más recortes. No más excusas para no alimentar el orgullo de todo un país. Pues el pueblo español es un aplauso, una mano amiga al que lo necesita, un refugio para el que huye del horror. El pueblo español no es uno, son muchos y este aplauso es el que nos une.