No quedaba otra cosa que nostalgia y una idea infantil rota por el tiempo y el ritmo al que fue sometida. Sujeta a la misma vida que creó la historia en la que se encerró. Una idea que se cae a pedazos mientras la risa inunda la mesa en la que compartimos lo que pudo ser y nunca será. Lo que nos espera a todos cuando encontremos la oportunidad de salir de aquí. De esa idea que construimos y que el mundo olvidará cuando ya no estemos.