‘Si el papá increpa ¿qué crees que hará el hijo?’, nos explica Encarna, nuestra protagonista
La figura del árbitro es esa gran desconocida. Muchos la increpan, insultan, abuchean, pero pocos son los que se preocupan por ella. Ser árbitro no es nada fácil, y menos siendo mujer. Y no lo digo yo, lo dicen los datos y los hechos. Las cifras, de las que hablaremos con nuestra protagonista, Encarna Hernández Cañaveras, lo dejan claro. La colegiada de la Federación Madrileña de Baloncesto nos atiende con amabilidad exquisita para tratar el tema de la mujer en una posición que, por tradición, se suele asociar al hombre.
Encarna es una luchadora, una valiente que se atrevió a dar un salto que muchos no serían capaces de dar, pero sus ganas de probar la experiencia nos regalaron, por suerte, una árbitra de los pies a la cabeza.
Gigantes: ¿Cómo te picó el gusanillo para arbitrar?
Árbitra: Empecé con 18. Estaba jugando y una de las compañeras que tenía era árbitro y tenía mucha curiosidad por saber más, así que un día me apunté al curso de la federación. Quería entender la figura del árbitro, y cuando uno siente lo que es arbitrar, cambia mucho la visión a la hora de jugar. Cambia mucho la forma en hablar con el árbitro cuando has estado en su piel. Lo hice porque una compañera me animó y la verdad que engancha
G: ¿Qué relación notas entre árbitro y jugador? ¿Cómo intentas ser dentro de la cancha?
A: Mi filosofía es intentar tratar a los jugadores cómo me gustaría que me hubieran tratado a mí en su momento. Hubo compañeros que si me trataron así, y otros que, bajo mi punto de vista, no era el adecuado. Yo de primeras no voy tajante. Intento ser amigable y explicar, pero si veo que doy un pie de buenas y ellos me lo devuelven de malas, no continúo por esa vía.
G: ¿Has notado que cada vez hay más mujeres que se animan a arbitrar? ¿Ha aumentado en la FBM?
A: Yo, cuando empecé, los dos primeros años, solo vi a una compañera. Luego ya, cuando fui subiendo de categorías éramos dos o tres en un grupo muy grande. Según iba subiendo de categoría había menos. Ahora, en Nacional somos 4 o 5 mujeres de un grupo de casi 50, pero sí que es cierto que desde atrás cada vez llegan más.
G: ¿Qué crees que puede hacer que se animen más mujeres? ¿Cuál es el mayor impedimento?
A: Cuando jugaba, que jugué desde que tenía 7 años, me arbitraron tres chicas. Desde siempre, el arbitraje ha sido un mundo de chicos, y los oficiales de mesa más de chicas, pero bueno, yo me animé ya que era algo que me gustaba, y con el tiempo creo que se ha ido fomentando, mediante cursos, el papel de la mujer. Cada vez se pueden ver más chicas y, gracias a Internet, se hace más visible. Podemos hacerlo, no somos menos que ellos.
G: ¿Has tenido algún problema por ser mujer?
A: Caso particular no he tenido, ya que lo que te dice la grada aprendes a ignorarlo, aunque sí que he tenido partidos donde he podido escuchar comentarios ofensivos por ser chica. Lo peor, y curioso, es que muchos de ellos venían de mujeres, y eso es lo que más me sorprende. Que hoy en día una mujer esté increpando a otra, me choca bastante. Además, fíjate en categorías superiores, que hemos tenido problemas con ciertos comentarios.
G: Como árbitra profesional ¿Cómo te sientan los comentarios del presidente del Palma?
A: Me parece vergonzoso, y más cuando conoces a las compañeras y sabes que saben lo que hacen. Hay gente que lo hace mejor o lo hace peor, pero si ellas han llegado ahí, no lo han hecho por ser mujer. Duele ver eso, ya que nosotras tenemos unas pruebas físicas y otras teóricas y las tenemos que pasar. Entiendo que la gente no lo ve y no lo sabe, pero es una pena.
G: En el baloncesto ¿Cómo ha evolucionado el tema de críticas al árbitro?
A: Si te digo la verdad, ojalá me confunda, pero tengo la sensación de que, cada vez, se vive con una intensidad excesiva. Se ha producido una exageración en los comentarios de la grada y la gente que lo viene a ver.
Yo, muchas veces, dejaba que jugasen solos los niños y que los padres no los vieran. Y me parece una pena llegar a estos extremos. Muchas veces se meten en lo personal. Me han llegado a decir que ‘me apriete la coleta’.
G: ¿Crees que la tradición de que sean solo hombres está frenando que más mujeres se animen a probar en el mundo del arbitraje?
A: Dejo fuera ACB ya que es un mundo aparte, pero con el tiempo, en otras categorías, se ven más mujeres. Creo que se está potenciando, y si te digo la verdad, yo aspiro a llegar a más, ya que veo factible poder hacerlo. Yo sigo luchando. A la Liga Endesa, me parece imposible, ya que es un mundo totalmente diferente, seas chico o chica.
G: ¿Qué es lo más duro de arbitrar?
A: Por ejemplo, yo la primera vez que pité salí muy dolida. Fueron dos alevines y un benjamín. Estaba muy nerviosa, y de esos primeros partidos salí llorando, ya que, al principio, te tomas lo que te dice la grada como algo personal. Llegaba a mi casa y pensaba que la gente se metía mucho conmigo. A lo mejor lo has hecho bien, pero como te han puesto de vuelta y media, piensas más en eso.
Con el tiempo tienes que aprender que lo que se dice va para la figura que va de gris y no para la persona. Muchas veces la grada es lo peor. Si el papá increpa ¿qué crees que hará el hijo?
Artículo publicado en Gigantes: 18/12/2018