El tiempo y la vida. Dos palabras ligadas para siempre. Unas agujas que marcan el devenir de un reloj finito e infinito a la vez. Que contradicción tan efímera y duradera al mismo tiempo. Tan bella y tan bestia. Tan real e injusta como el tiempo y la vida. Una relación forzada e irrompible.
La vida no se ha parado desde que nació. Sus pasos han evolucionado y no se detendrá. Creemos saber de dónde viene pero no hacia dónde va. Su sendero es desconocido, pero incontables aventureros han buscado el suyo desde el comienzo de los tiempos. Y ya la propia expresión nos guía hacia ese reloj que marca el ritmo de la vida. Ese segundero que determina el latido de un corazón que tiene fecha de caducidad para tantas almas encontradas en un mundo limitado cuyo tiempo se agotará.
Vivir es la mejor experiencia que te puede tocar, y el tiempo la única que no puedes alargar. Piensa en ello antes de tirar tu tiempo y tu vida por la borda. Hay barcos que solo pasan una vez.